La voz cobra vida en sus manos, y con ellas expresan aquello que no pueden decir con los labios. Es la lengua de signos (LSE), un idioma cada vez más extendido, y no sólo entre la comunidad sorda. Poco a poco se va abriendo camino gracias a la suma de esfuerzos. Hasta ahora, la «herramienta» de contacto y apoyo era el intérprete (ILS), gracias al cual, el usuario puede ir a cualquier organismo público que necesite sin perder detalle de lo que le dicen. Y en esta figura se ha basado la tecnología para ayudar aún más a las personas hipoacúsicas.
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