Para realizar la venta, el anticuario proporcionó una copia digital falsa de un documento manuscrito del gobierno sudanés, fechado el 27 de mayo de 1967 que certificaba que la pieza había llegado a Londres procedente de Sudán entre 1930 y 1940. Finalmente, se comprobó que el manuscrito no era un certificado oficial. El documento mencionaba un "Ministerio de Arqueología" que nunca llegó a existir en Sudán y estaba firmado por un director general, una persona que sí era real, pero no había ocupado ese cargo ni tenía la firma que aparecía...
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