" (...) Un día estuve a su lado, observándola, porque yo mismo pensé que lo mismo esta Báñez venía de algún mundo de las tinieblas, como los ectoplasmas y yo mismo. Y no. Es humana. Pero triste y ceniza como una recopilación de fados. Sepulcral, para qué ocultarlo. Arenas siempre se le aparecía por detrás, que la patrocinaba mucho, y la animaba: ¡Fatimita, campeona, a ver esa sonrisita! Ella se esforzaba, la verdad. Pero era peor."
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