No se le ocurrió mejor idea que tomarle prestada a ETA esa costumbre epistolar de pedir dinero con amenazas. Jorge remitió presuntamente un centenar de misivas amenazantes a empresarios de Madrid, Catalunya, Santander, Cádiz, Alicante... advirtiéndoles de que, si no pagaban, recibirían la desagradable visita de los chicos del amonal.
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