Aquel día había más policía que de costumbre. Las fuerzas de seguridad saben que cada mes, cuando hacen acto de presencia las mujeres del Muro, hay disturbios. La última vez fue más grave de lo habitual: Anat Hoffman, la líder del movimiento, terminó en comisaría por portar los rollos de la Torá, una práctica reservada para los hombres en el mundo del judaísmo ortodoxo.
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