Solo dos días antes, el volcán colombiano Nevado del Ruíz, el más septentrional de los Andes, había despertado de su letargo y expulsado una cantidad de lava tan ingente que fundió el hielo de la montaña. Aquello derivó en una triste reacción en cadena: el agua recién descongelada aumentó el caudal de los ríos y generó una avalancha de lodo tal, que sepultó el cercano pueblo de Armero. Según las cifras oficiales, murieron más de 29.000 personas.
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