La sinécdoque es una atribución señorial que está en crisis. En la era analógica el periodista viajaba al foco de un incendio y titulaba en portada: «¡Arde París!» Él era dueño y señor de la síntesis, porque nadie más ofrecía datos que pudieran sintetizarse en un relato alternativo. Hoy le saldrían youtubes en cada esquina demostrando que la placidez reina numéricamente sobre el incendio. El problema difícil es que las cosas se resuelven, a veces, en el campo de juego de la sinécdoque.
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