Como no podría ser de otra manera la incansable curiosidad y genial capacidad de Leonardo da Vinci se volcó, unas veces por puro placer, otras por encargos, en la plasmación sobre papel de ciudades, accidentes geográficos, cursos de ríos, lagos o de regiones enteras. En algunos de los mapas la vista es cenital, en otros es oblicua como era habitual en esos tiempos y bastante después.
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