En Villa Crespo, un edificio cobra vida con la presencia de una inquilina única: Lila, una perra que logró conquistar los corazones de todos sus vecinos. La “inquilina” llegó desde un refugio con pocos meses de vida en julio de 2011. Cada vecino del edificio contribuye para garantizar su bienestar y aporta en la provisión de alimentos como en otros cuidados necesarios. Igualmente, se organizan turnos rotativos entre los vecinos para pasearla y bañarla. La perrita tiene tres camas en los descansos de la escalera, pero elige dormir donde le place
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