Cuando uno se equivoca debe reconocerlo. Aunque las frases que uno diga puedan sacarse de contexto hay que asumir sin excusas el efecto de las mismas. Decir, en el contexto que sea, “Eran lúmpenes, gentuza de clase más baja que la nuestra” requiere una explicación, más allá de mis intenciones y de las de los dedos acusatorios.
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