El infierno existe, y en Melilla habita en la frontera del Barrio Chino. Todas las mañanas, de lunes a viernes, hordas de marroquíes menesterosos, mujeres, pero también ancianos, gente sin una pierna, hemipléjicos o ciegos cruzan hacia Melilla para ejercer de bestias de carga a beneficio de los comerciantes de uno y otro lado de la frontera
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