«No sabía yo entonces que para matar a un elefante hay que trazar una línea imaginaria que le atraviese la cabeza de oreja a oreja. Por lo tanto, como el elefante estaba de costado, debí apuntar intuitivamente al oído. En realidad apunté unos centímetros más adelante, creyendo que el cerebro estaría algo más adelantado....
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