Un hombre aparcó su vehículo en un lugar solitario, no muy lejos de las costas del Golfo de México. Dejó una nota a la vista “para sus padres” y el motor al ralentí, se apeó, introdujo el extremo de una manguera por la ventanilla de atrás después de haberla conectado al tubo de escape, volvió dentro del vehículo y esperó a que el monóxido de carbono le adormeciera y acabara con su vida. Esta es la historia de un hombre que, tras su muerte, alcanzó la fama internacional y hoy sigue procurando un gran disfrute a muchas personas en el mundo.
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