Una visita al museo del pene de Reikiavik permite constatar que en ese rubro la variedad de formas y tamaños no tiene límites, del invisible apéndice de los elfos al monumental miembro de un cetáceo. Los turistas deambulan risueños en la amplia y luminosa sala donde penes de todo tipo, forma y tamaño se codean con obras de arte y artefactos con forma de miembro viril, desde un tótem a un teléfono.
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