Si un ciudadano se dedicara cada día, cada media hora, a llamar para pedir el Ingreso Mínimo vital, tardaría tres semanas en que le atendiera un ser humano. Esta es la principal conclusión de una investigación de la Fundación Civio, que puso a un robot a hacer llamadas al servicio telefónico para personas sin ingresos o con ingresos muy bajos.
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