La creación de nombres floridos para cosas para las que tenemos palabras muy precisas no deja de parecerme un mal postmoderno. Creo que incluso es cruel y aún no tengo muy claro a qué obedece exactamente. Tampoco me encaja mucho la aceptación que está teniendo este alargamiento de subterfugios. Sus defensores aseguran que así se le da visibilidad a los problemas en cuestión. No está claro por qué decir “persona vulnerable sin alternativa habitacional”, en lugar de mendigo o indigente, puede ayudar a visibilizar o resolver este problema.
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