En el verano de 1728, un barco mercante de Dublín cruzó el océano cargado de mercancías y de pobres emigrantes irlandeses con destino al Nuevo Mundo. Entre ellos se encontraba un chico flaco de 13 años, cuyo padre había sido barón, y era heredero de cinco títulos nobiliarios y numerosas propiedades. Pero fue secuestrado y vendido como esclavo. Su trágica historia parece la trama de una novela y refleja los claroscuros de la época en la que vivió.
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