Es domingo y el Mercat de Sant Antoni de Barcelona bulle de gente olisqueando entre los libros de segunda mano, cómics añejos y parafernalia de coleccionista. Todo el mundo absorto en sus pesquisas para encontrar algún viejo libro descatalogado cuando un hombre aparece enarbolando una gran bandera de España con tremendo estropicio. Su libertad nadie la vulnera, el hombre se pasea entre todos sin que nadie le censure su forma de expresarse.
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