La memoria es un privilegio y, a veces, también un deber. Hans Keilson (Bad Freienwalde, 1909), dos veces médico por culpa de la II Guerra Mundial y jubilado reciente a punto de cumplir 101 años, la conserva intacta en ambas modalidades. Le gusta recordar su época musical, cuando tocaba la trompeta en los bailes de Berlín cosas como Adiós muchachos, compañeros de mi vida... que aún tararea sin desafinar. Pero no olvida que el placer de las notas no era inocente. En 1934 el recién estrenado poder nazi le impidió ejercer en su Alemania...
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