Los problemas de la Eurozona, incluida la posibilidad de que Grecia la abandone, ya no pueden llamarse una crisis. Lo que aparentemente es una significativa inestabilidad en realidad es tan solo un lento proceso de adaptación al nuevo ordenamiento económico del continente (la entradilla es traducción del sumario del artículo) (Nota: traducción al castellano en el primer comentario)
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