Ahora y aquí, en Europa, el gran reto comunicacional del sistema es conseguir que la mayoría de los ciudadanos odiemos al Gobierno griego, a Grecia y, si es preciso, también a los griegos. Lo que está en juego no es el euro, que también, sino algo mucho más valioso y sustancial: la credibilidad de la llamada economía de libre mercado tal como la conciben el FMI y la gran banca.
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