Según un estudio, las pupilas pueden delatar si vamos a elegir o rechazar algo y si esa decisión es sincera o en contra de nuestros principios. Muchos siglos antes de que las técnicas de neuroimagen hicieran posible asomarse al cerebro en funcionamiento, los buenos comerciantes ya eran capaces de medir el interés de un posible comprador simplemente mirando a sus ojos, una ventana abierta a nuestras intenciones.
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