La lógica aplastante nos dice que el candidato más preparado e idóneo debería encabezar un frente común, pero la lógica de partido nos dice que ni por asomo: un buen candidato es aquél capaz de soportar infinitos y tediosos procesos internos, un burócrata profesional que debe resistir hasta que las mentes más lúcidas del partido abandonen. La lógica aplastante nos dice que Tania Sánchez y Alberto Garzón son los más adecuados para ser portavoces en el congreso, pero la lógica de partido nos coloca a Cayo Lara y a Centella.
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