El 13 de noviembre de 1983, Santiago Corella fue detenido por el atraco a una joyería y el asesinato de su dueño, y llevado a dependencias policiales. No se le volvió a ver. La investigación de su desaparición, aún sin resolver, puso de manifiesto la existencia de una trama de corrupción en el seno de la policía española. Y dio lugar, en 1988, al primer juicio grabado íntegramente por las cámaras de televisión. En el banquillo de los acusados se sentó, por primera vez en la historia de la joven democracia española, a parte de la élite policial.
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