El taxista, llamado Wang Mingqing, decidió hacerse taxista en 2015 para poder conocer más gente y contar al mayor número posible de personas la historia de su hija, perdida en 1994, cuando sólo tenía tres años, en un descuido de su padre cuando éste tenía un puesto callejero de fruta y ella estaba a su lado. Wang y su esposa pasaron años pegando carteles con la cara de su hija, en contacto con la policía y visitando orfanatos y hospitales, pero ha sido en el taxi, contando la historia a más de 17.000 pasajeros.
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