Abel Parentini (recientemente renunciado ministro de educación de la ciudad de Buenos Aires) no pudo llamarse a silencio ni siquiera después de allanarle el camino con su renuncia al jefe de gobierno Maurizio Macri. No perdonó micrófono para seguir su compulsiva diatriba contra la democracia, la política, el sindicalismo y la anarquía en la que ve sumirse a la Argentina.Con patética ingenuidad confesó que se sentía un héroe solitario abandonado por la cobardía general, de la que exceptuó a Macri por haber tenido el valor de designarlo a él.
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