Aunque sería exagerado calificar la revuelta del Nilo de ciberevolución o de revolución facebook, e injusto para los miles de egipcios de todas las edades, creencias y extracción social que abarrotaron Tahrir, y para los veteranos disidentes políticos, activistas de derechos humanos, líderes sindicales e intelectuales comprometidos, no lo es afirmar que difícilmente podría haberse producido a esta velocidad sin el concurso de internet y de los jóvenes guerreros del teclado egipcios. Lo mismo sirve para la revolución del Jazmín en Túnez.
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