¡El huésped alienante! ingresa, se hospeda, duerme y vive en nuestra casa, come, camina, se desviste en los cuartos e incluso en las salas de nuestros hogares y nos aliena, perturba nuestra tranquilidad, enajena nuestros sentidos, se agarra de nuestras neuronas y nos estropea las sinapsis de los 3 cerebros que cohabitan en la azotea del edificio humano y, de paso, nos ofrece la posibilidad de lograr la demencia temprana o crea un frenesí que nos emboba y puede llegar a ser peor que la narcodependencia
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