Vivimos tiempos de paradojas formidables y omnipresentes. Se invaden países para buscar armas de destrucción masiva, y las únicas armas de destrucción masiva que hay son las que porta el invasor. Se declaran guerras contra el terror a sabiendas de que son esas guerras las que perpetúan el terror. Se emprenden guerras contra el narcotráfico, pero el 89% del opio mundial (pdf, pág.16) sale de un país, Afganistán, ocupado y controlado militarmente por quienes emprenden esa guerra. El nobel de la Paz ordena un asesinato en nombre de la democracia.
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