En su granja de seis hectáreas, Takao Furuno, de 61 años, cultiva arroz y trigo sin productos químicos. Redescubrió una antigua práctica de cultivo de arroz que implica el uso de patos. Docenas de estas aves, criadas en la granja, patrullan los arrozales. Se alimentan de insectos y malezas, sin tocar las plantas. Su vadeo oxigena el agua y agita la tierra. Sus excrementos son un fertilizante natural. Furuno ha reducido los costos de producción y ha aumentado la producción en aproximadamente un tercio en comparación con sus vecinos.
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