Desde mi regreso a la patria, he podido notar muchas desventajas con respecto a Japón. No sólo en cuanto al transporte o a la educación o limpieza, sino que he observado cuáles son las pequeñas cosas que marcan la diferencia. Si ya en cuestiones de educación y civismo Japón se me antoja un país muy superior a la malograda España, estas pequeñas cosas convierten cualquier argumento en contra de Japón en una llana pataleta.
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