"En lo que dura esta entrevista van a morir 17.000 niños en el mundo". No es que lo diga sin inmutarse. Sólo que no se puede morir con cada uno de ellos. Bastante sangriento es este clamor silencioso como para que José Florencio Moreno, presidente de UNICEF Castilla-La Mancha, se venga abajo por un reparto tan desigual de la riqueza y el bienestar. Su misión cabalga entre el estoicismo helénico y el realismo romano, festina lente, sin prisa pero sin pausa. Cada compromiso arrancado al Gobierno es un logro.
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