Marruecos es algo así como una gran factoría de producción de fósiles. Y no es ninguna metáfora. Literalmente se fabrican cantidades ingentes de fósiles que inundan las calles de cualquier de ciudad, se venden en puestos ambulantes en las carreteras e incluso tienen su cuota de mercado a través de internet. El asunto es que la falsificación es tan asombrosamente burda que parece increíble que algún incauto pueda picar.
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