Hace unas semanas visité la cerca, de malla metálica y alambre de púas, que ha convertido a Hungría en símbolo de la ansiedad europea. Con más de 160 kilómetros de longitud, la construyeron rápidamente este verano cuando comenzó el flujo de refugiados por el país, en su camino hacia Austria y Alemania. Establecieron varios puestos de policía y de soldados a lo largo del camino, a menos de 1 km de distancia entre sí, y casi en todos ellos revisaron mi pasaporte.
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