Se ha reducido drásticamente la retribución de las energías renovables pero se mantienen las ayudas, subvenciones y privilegios a las tecnologías convencionales. A los promotores que desde un organismo oficial como el IDAE se les incitaba a invertir en este campo se les cambian las reglas del juego a mitad de partido hasta hacer inviable su rentabilidad. A los que por su cuenta y riesgo pusieron en marcha 27.000 MW de centrales de gas de ciclo combinado se les subvenciona el error con los sobredimensionados pagos por capacidad...
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