Su testimonio es el gancho para la citación del médico al que señalan más víctimas. Inés Pérez trabajaba entonces de voluntaria en un convento donde “madres viudas o solteras” dejaban a sus bebés internos mientras no podían cuidarlos. Le hablaron entonces de la posibilidad de quedarse con el bebé “de una chica muy joven, de familia bien, que se había quedado embarazada”. "Los padres no querían que lo tuviera pero la chica sí. El doctor incluso me enseñó a fingir el embarazo: me decía que no me pintara, que hiciera como que tenía nauseas..."
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