Resguardados, amanecen dos colchones en la entrada del Centro Dotacional de Arganzuela, cerrado también por pandemia. Aún no son las nueve de la mañana y sus ocupantes han abandonado la zona. Quizá pertenezcan al grupo de cinco hombres que charlan amigablemente en los bancos del vecino Jardín de Palestina. Quedan restos aún de la noche. Algo de comida guardada en una bandeja de plástico, un par de calcetines del revés, unas botas Doctor Martens color burdeos y una flauta dulce. También han dejado una especie de cenicero casero en el que aún que
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