Conocí a Jaume Matas siendo ministro de Medio Ambiente del gobierno Aznar. Y le recuerdo dominando la escena en las cenas oficiales con su mujer, así como en los debates en el Congreso y Senado, en la contestación de preguntas, en su actividad. No lo hacía mal. Era brillante, chulito y educado. De repente, perdió y desapareció.
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