De todas las historias que da la ópera bufa de unos comicios, la más triste es la de Manuel Ramón Hernández. El mismo día en que Gallardón proponía confinar a los mendigos de la capital, moría un homeless al que tres cojones le importaba la política. Porque era recíproco el desamor y era de ida y vuelta el desprecio.Estaba casado, tenía cuatro hijos y una patología mental.Lo encontraron agonizando en la plaza del Mercado con síntomas de gangrena. Estaba cubierto de moscas, olía a vino y había unas palomas comiendo a su alrededor
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