“Sin riqueza extrema no habría pobreza extrema. Las dos cosas son evitables“, nos recordaba hace unos días Francesç Mateu citando dos palabras imprescindibles: desigualdad y dignidad. Mucho más en esta época en la que un asistencialismo rancio parece que vuelve a ser el protagonista. Pocas propuestas como la de la implantación de una renta básica universal intentan conjugar dignidad y lucha contra la desigualdad y pocas generan tanto debate.
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