Ejemplos recientes vuelven a interpelar a esas reflexiones que algunos nos hacemos constantemente sobre la maldad que habita en algunas personas. Su desprecio por la vida y la dignidad, su vileza y su filia por la autoridad, aunque esta sea injusta e inhumana, nos sirve para entender cómo han sido y son posibles las peores atrocidades de nuestra historia. Desde los genocidios hasta las torturas suceden gracias a este tipo de gente que se resisten a la empatía y abrazan el sometimiento y la humillación como forma de mantener su orden.
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