Nos preguntamos en ocasiones las diferencias entre la derecha española y la europea constatando el abismo democrático que las separa. Vivimos con el lastre de padecer una derecha ultramontana que tiene un discurso similar a lo que se “lleva” en el mundo pero la práctica es diametralmente opuesta. Los tres partidos del arco de la derecha pueden citar a Adam Smith sin temblarles el pulso y sin confesar la vergüenza del desconcimiento de lo que supuso el liberalismo en un mundo que saltó del Medievo a nuevas formas económicas. Bien podría decirse
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