Los expertos en seguridad informática siempre inciden en que la primera barrera ante cualquier ataque es el sentido común de los usuarios; si se cierran puertas y ventanas siempre será más difícil entrar a robar. Esto es lo que quiso demostrar el informático John Strand con la ayuda de su madre, Rita, que se coló en una prisión y permitió que la 'hackease' armada con las dos mejores ganzúas disponibles: un USB y confianza en sí misma.
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