Nueve millones y medio de estudiantes se examinan en China de su selectividad. Para acceder a las aulas, las autoridades han impuesto unas estrictas medidas de seguridad. Todos tienen que pasar varios controles, que incluyen reconocimiento facial, huellas dactilares y hasta un detector de metales. Y a quien pillen copiando o haciendo trampas se enfrenta a una pena de hasta siete años de cárcel.
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