Ese día, Armando Cañizales dejó su viola en casa. Con 18 años de edad y un gran talento, su carrera era una de las historias de éxito de El Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, una obra social y cultural del Estado venezolano que es un efectivo método de enseñanza musical, que favorece la integración de los jóvenes de bajos recursos en el país. Pero ese día, Cañizales decidió que era hora de unirse a las protestas callejeras contra el gobierno que había apoyado su carrera.
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