Por razones de curro, he tenido que tragarme la entrevista a un "escritor" llamado Albert Espinosa. Un tío que titula sus libros, de ventas millonarias, con frases que parecen eslogans sacados de las puertas de un cuarto de baño de un bar de esos donde pinchan Mago de Oz y Manu Chao ("Lo mejor de ir es que hay que volver" o "Brújulas que buscan sonrisas perdidas"). La entrevista, que parecía una liturgia evangelista, ha empezado con la siguiente declaración por parte del invitado:
“Soy un chico que tuvo de los 14 a las 24 años tres cánceres, pero no perdió una pierna, gané un muñón; no perdí un pulmón, aprendí que con la mitad de lo que tienes puedes vivir y como el hígado me lo quitaron en forma de estrella pues siempre digo que llevo un sheriff dentro de mí”
Luego todo ha sido una sucesión de frases huecas de superación que iban acompañadas por fuertes aplausos del público, como si fuesen las pausas de un cantautor en un acto lleno hasta los topes:
"Todo en la vida es posible. Si crees en los sueños se harán realidad"
“Hubo una desconocida de 96, una mujer maravillosa, me regaló una frase que decía ’nunca tires la toalla y para eso nunca has de tener toallas”
Y un largo etcétera de mantras huecos que pretenden culpar a las personas de sus miserias sin hacer distinción en la individualidad.
Fue Sampedro el que dijo que el capitalismo neoliberal tiende a individualizar la infelicidad y a colectivizar la felicidad. Es decir: somos responsables individuales de nuestras miserias, pero en cambio, la felicidad es un método, una fórmula global, a la que podemos aspirar todos.
Me parece terrible que se de comba a esta gente, personas que se creen en la posesión de la verdad por haber pasado un cáncer o algún drama. Superarte no te llena de verdad. Morirte no te hace mejor persona. La enfermedad no te convierte en un sabio o un héroe.
Que este señor haya vendido 7 millones de libros no es más que el reflejo de aquello en lo que nos hemos convertido: una sociedad adocenada y sin capacidad crítica, que no quiere saber nada del dolor, el miedo o la verdad y que pretende alcanzar la belleza o el valor a través de frases huecas y bonitas.
Cuando le preguntaron a Saramago que pensaba de, lo que por aquel entonces era un nuevo fenómeno editorial, los libros de autoayuda, este contestó: "La felicidad es, probablemente, la cualidad que más nos diferencia a unos de otros. Estos libros pretenden algo terrible: homogenizar el sentimiento que nos hace únicos". Pues bien, a esto se dedica Albert Espinosa, a mostrar qué es la felicidad a gente que cree que la felicidad es saber conformarse.