Lo que está saliendo en estos últimos meses es brutal. Por momentos, me parece estar viendo los efectos de un gigantesco suicidio colectivo, exhaustivamente planeado y ejecutado con determinación digna de mejor causa. Me recuerda una frase que le oí al abuelo de la familia que me acogió en mi primer viaje a España, en aquel pueblecito de Extremadura: hacerse trampas en el solitario. No os habéis dado cuenta de que cuando el fraude alcanza un grado tan alto y tan generalizado, al final uno se acaba defraudando a sí mismo.
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