Ayer fue un día un poco de pensar en voz alta hablando del techo de la deuda. La idea, incialmente, me pareció un horror espantoso, casi sin paliativos. Mi primer artículo, que (a mi pesar) ha circulado bastante, no es que fuera rico en matices. Tras pensarlo un rato, quise enfocar el problema desde un punto de vista más general; aunque parezca una estupidez a nivel español, a escala europea una norma que limite la capacidad de los estados de meterse en berenjenales de deuda es algo razonable.
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