Y entonces, llegó el turno de copiar nuestra red neuronal, y así apareció Internet. La Red nos convierte en neuronas que se comunican a toda velocidad mediante unos axones que vienen determinados por puertas de enlace, servidores y puertos de entrada y salida. Y cuando todos los seres humanos estemos conectados, habremos convertido a la Tierra en un gran cerebro, como Solaris, con miles de millones de unidades de información circulando de un polo a otro a cada segundo.
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