La incertidumbre económica es indudable. Regirá los destinos de 2012. Pero lo hará también la sensación de responsabilidad compartida y el afán emprendedor. La cultura del no compromiso se seguirá extendiendo después de que muchas mujeres hayan descubierto que el matrimonio no es una carrera profesional interesante. Y el culto a la juventud empieza a sucumbir. La madurez deja de verse como algo grotesco.
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